Una persona muerta en Moque­gua por los huaycos. Más de 20 mil agricultores en Huancaveli­ca en emergencia por la sequía de hace unos meses. En las regiones altas de Ayacucho, cientos de miles de al­pacas mueren por el intenso frío. Ica también está inundada por los huaycos. Acá en Lima sentimos (y sufrimos) cómo se incrementa nuestro gasto semana a se­mana, en los peajes, en los recibos de luz, de agua, en el mercado. En todo el Perú la situación no anda bien.

Y todo encaja. El escándalo de Odebrecht nos demostró que el cuen­to sobre que solo el Estado es corrup­to y que solo mediante la privatización se alcanzaría el crecimiento económico era mentira. Porque no solo fue el Esta­do el que corrompió, fueron los priva­dos quienes jugaron en pared; fue todo un modelo económico que no le hizo as­cos a gobiernos de izquierdas o de de­rechas, simplemente entraron y se me­tieron con todo a robarnos.

Por eso, el malestar ciudadano explo­tó en Puente Piedra. Porque ese robo en el peaje desnudó este modelo construi­do para robar, podrido por dentro. Por­que no solo se robaron unos cuantos mi­lloncitos, ¡se levantaron el país en peso! Y, lo que es peor, nos continúan robando, ya sea en los peajes, en los recibos de luz, en el agua, en los servicios básicos, en las colas para el pésimo servicio de salud que recibimos, en las personas que continúan muriendo día a día por la mala atención, en los colegios públicos con escaso ma­terial para educar a nuestras niñas y ni­ños. También en las obras mal construi­das para resistir los huaycos, en la poca atención a las heladas en la sierra o los friajes en la selva. Nada se salva, el robo es perpetuo. Acá no hay “roba pero hace obra”, acá se hace obra para robar, y obras mal hechas que no nos sirven, que solo causan más caos e incluso muerte.

Si creen que con las capturas de Edwin Luyo y Miguel Ángel Navarro se calmarán los ánimos, que así dejarán pasar los ro­bos millonarios del gaseoducto en el sur, de la Interoceánica, del Metro de Lima, de la concesión de todo el Marañón para represarlo, los infinitos peajes, los hospi­tales mal construidos y hasta iglesias financiadas por Odebrecht, se equivocan. El fastidio, el hartazgo no son algo lejano, lo vivimos y sufrimos a diario, y esta vez los responsables tienen nombre: Alan García, Alejandro Toledo y Ollanta Hu­mala. A prepararse, que lo que viene es una maratón de largo aliento, y aún no he­mos avanzado ni los 10 primeros metros.

Columna publicada en Exitosa Diario.

[Foto de portada: Andina]