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Pedro Pablo Kuczynski, el peor de los traidores

Publicado: 2018-01-05

Que es un psicosocial para alcanzar los votos. Que el ministro lo ha negado, que eso lo ha soltado el fujimorismo para que la izquierda lo vaque. Que a mí me llamó el mismo presidente y me dijo que no lo iba a indultar. Que quienes han estado haciendo todo esto son los ministros de Justicia y Salud y esos son un par de topos que actúan a sus espaldas. Y así, varias frases más...  

Y de pronto, se dieron cuenta de que el presidente, tan digno, tan culto, tan de la clase alta limeña, el engreído de verdad de la Confiep (no, tú no Ollanta, a ti nunca te quisieron), les mintió en la cara. Engañó a sus fieles escuderas y escuderos, y a todas esas personas muy demócratas que te decían que era preferible aguantar un poquito de corrupción con tal de no caer en las garras del fujimorismo, a quienes justificaron el dinero de Odebrecht recibido en un banquito y pasaron de inmediato del “roba, pero hace obra” al “recibe dinero siendo ministro, pero salva la democracia”. Como si se dieran cuenta, de pronto, de que los ricos también mienten.

En el proceso de vacancia express, la incapacidad de ver salidas alternativas a la crisis a la que nos arrastró PPK fue absoluta, o estabas con él o estabas con el enemigo. Y luego, pasado el susto de la vacancia, empezaron como si nada a proponer nuevos gabinetes, a decir cómo debía enfrentar nuestro dignísimo presidente al fujimorismo. En menos de un par de días se dieron cuenta de que todo estaba amañado, que los votos de Kenji Fujimori no fueron una entrega sacrificada a la democracia, sino un canje pérfido de la impunidad del mismísimo líder del cual decían teníamos que salvarnos.

Lo que ha logrado PPK es que gran parte de la ciudadanía este molesta (y con justa razón) con este indulto político y negociado, y que pase a segundo plano el escándalo de corrupción en el que está hasta el pescuezo. Quizás esto era lo que buscaba. No es raro que un delincuente prefiera tranzar con otro delincuente más grande antes de someterse a la justicia.

Pero la jugada no le resultó del todo buena. Pensó que durante las fiestas de fin de año la indignación iba a menguar, que con un indulto con derecho de gracia otorgado un 24 de diciembre por la tarde la ciudadanía recién respondería en enero. Y no fue así. La respuesta fue inmediata, el mismo 24, el 25 de diciembre, el 28. Con todo y represión incluida la gente salió a marchar a demostrar su hartazgo.

Ahora el gobierno anuncia un gabinete de la “reconciliación”, manoseando esta palabra y pervirtiendo su significado. Es urgente la reconciliación en el Perú, pero es inadmisible si las instituciones no empiezan a respetar a todas las personas por igual, y para que exista tiene que respetarse el derecho de las víctimas del fujimorismo a que el asesino de sus familiares cumpla con su condena, reconciliación no habrá nunca si se les niega este derecho. Y menos aún si al arrancharle la justicia a la parte más débil se actúa con golpes, con gases lacrimógenos, con porrazos de la policía, con detenciones absurdas y represión. Lo único que generan es que la gente, y sobre todo las y los jóvenes, se den cuenta de la prepotencia y salgan a exigir un país con justicia para las víctimas, un país con igualdad y con respeto, un país sin presidentes envueltos en los efluvios de la corrupción.

Sobre cómo reaccione el fujimorismo, nada está dicho. Sabemos que Alberto no va a salir libre a sus jardines de invierno o a cuidar a sus nietas, es muy probable que busque seguir en política y para eso necesita un partido fuerte, una bancada poderosa, no le conviene romper con el sector de su hija Keiko. Cambiará la correlación de fuerzas al interior, es lo más probable, pero es muy difícil que el fujimorismo en el Congreso se vaya a dividir. Veremos, pues, cómo terminan sus aliados, la bancada cada vez más pequeña y débil del partido de gobierno sometida a esta mayoría, con aliados naturales como el pastor Rosas y uno que otro conocido.

Que lo que pueda decir la Corte Interamericana de Derechos Humanos les tiene preocupados, claro que sí. No por nada sale la Presidenta del Consejo de Ministros a responder, al estilo Chavista, señalando que el gobierno no hará caso a la Corte y respetará la Constitución, intentando desconocer que las sentencias de la Corte y la Convención son parte de nuestro ordenamiento interno y tienen rango constitucional. Están preocupados y no es para menos, en pocos días los pronunciamientos de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, de relatores especiales y del grupo de trabajo sobre Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas demuestran la repercusión internacional de este pacto de impunidad. Se suman a ellas las declaraciones del Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un pronunciamiento público de esta entidad, una audiencia dada en tiempo record por la Corte Interamericana para hacer seguimiento a la sentencia de los casos Barrios Altos y La Cantuta, comunicados de organizaciones internacionales, incluso de un congresista estadounidense. Estas reacciones los tienen consternados. No calcularon bien y se han lanzado a un pozo de tapers naranjas y cocodrilos hambrientos.

Y en el fuero interno, aún no todo está dicho. En el año 1995 una jueza y una fiscal valientes (Antonia Saquicuray y Cecilia Magallanes) se enfrentaron a la maquinaria fujimorista con Montesinos y Colina incluidos, y frenaron la Ley de amnistía. Yo sigo pensando que en el Perú hay todavía gente valiente, así como estas dos grandes mujeres en su momento, y podrían frenar el derecho de gracia trucho. A todo esto, Montesinos debe estar contando extasiado los días que le quedan para salir a cogobernar con su gemelo político.

Hoy, lo que tenemos es un gobierno capturado por el fujimorismo, con todos los partidos políticos sumidos en una crisis de la cual no sabemos cómo salir. Pero tenemos a miles de jóvenes en todo el país hartos de este sistema perverso que los pisotea, de la represión, de los gases lacrimógenos, de la corrupción de PPK, de García, de Humala y de Toledo, y que no quieren ni van a tranzar con este sistema podrido. Y tenemos también la dignidad de esos familiares que después de tantísimos años de lucha no se rinden y siguen exigiendo justicia para sus muertos, porque como dijo hoy con tanto dolor contenido el papá de Martín Roca Casas, estudiante torturado e incinerado en el gobierno de Fujimori: “Todas las luchas que podamos hacer son buenas, lo único malo es no hacer nada”. Así que, escúchenlo PPK y Mercedes Aráoz, hay un pueblo que no va a tranzar con la corrupción y la impunidad negociada en forma de indulto y está dispuesto a luchar y a reclamar por lo que es suyo: la dignidad.


Escrito por

Ana María Vidal Carrasco

Secretaria ejecutiva adjunta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.


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