Para mí, la clásica es cuando estoy diciendo algo y me cortan con un: “no, pero…” y después de ese “pero”, repiten lo mismo que yo venía diciendo. Y así, seguro cada una de nosotras tiene bastantes experiencias parecidas; con personas conocidas o no. Tener que argumentar el doble frente a cada decisión que tomemos, y en cualquier espacio que nos encontremos, o quedarnos calladas ya por hartazgo cuando nos interrumpen mientras hablamos —fui tan feliz cuando supe que le habían puesto nombre a esa actitud: manterruption—, o que vengan y nos expliquen lo que nosotras sabemos y hemos trabajado por años.
“Si pues, la profesora X era graciosita, pero el profesor X tenía argumentos mucho más sólidos y solventes”, dijo un colega que se precia de defender la causa de los derechos humanos hace poco en una reunión de abogadas y abogados donde discutíamos estrategias legales. Curioso, la profesora a la que hacía referencia es actualmente la vicerrectora de una de las mejores universidades de Perú, y quien haya llevado clase con ella sabe que sus clases son muy buenas y que distan bastante de ser “graciositas”. Comentarios como estos nos dejan claro que el machismo solapado está en todos los lugares, incluso en los que se dicen más respetuoso de todas las personas.
Ni qué decir en las calles, cuando por el solo hecho de querer cruzar la pista por el lugar peatonal cualquier conductor se siente con el derecho a gritarte desde imprudente, pasando por loca, hasta puta. ¿Qué relación tiene el cruzar la calle con el ser puta? Eso siempre será un gran misterio. Lo que sí es claro es que, si cualquier mujer hace algo que incomode al resto aunque ella es té en su derecho, hay una gran probabilidad de que la llamen puta.
Este año, por el día de la mujer acá en Perú la convocatoria al paro ha sido aún incipiente, seguro que el próximo año tendrá más fuerza. Ya se armó un pequeño debate por el hecho de que las mujeres que hemos decidido acatarlo somos supuestamente las “privilegiadas” y que no nos ponemos en el lugar de las que menos tienen, de las que no pueden hacer huelga, de las que son la mayoría en el Perú, las más discriminadas y violentadas. Interesante argumento ese que te dice que tu lucha es menos importante, que tu cansancio te lo guardes y no ejerzas tu derecho a la protesta porque hay mujeres en peores condiciones.
Y es que en este debate nos han querido imponer que, para ejercer la lucha por los derechos de las mujeres, tenemos que dejar de lado nuestras necesidades y enfocarnos en el resto. Así, por años este ha sido el discurso, pero ya estamos cansadas de eso. La lucha feminista trata también de nosotras mismas y si no enfrentamos la discriminación en nuestros espacios diarios, desde esas desigualdades que parecen tan pequeñitas pero que vividas a diario vaya que agotan, hasta el techo de cristal en lo laboral o la brecha salarial si llegas a un puesto de confianza.
Tenemos claridad que, si no enfrentamos la discriminación que nos afecta directamente, no vamos a poder enfrentar los diversos y terribles tipos de violencia que se han dado y se siguen repitiendo. Porque nadie podrá negar que las peores violaciones masivas de derechos humanos en el Perú se han perpetrado contras las mujeres, miremos sino las esterilizaciones forzadas y la violación sexual contra las mujeres en el conflicto armado interno (1980 – 2000).
Ambas violaciones masivas de derechos aún no alcanzan justicia, y allí el movimiento feminista, y sobre todo las jóvenes, está luchando con todo y junto con las mujeres afectadas porque se reconozcan sus derechos y se les repare. Eso no significa que quienes no hemos sido víctimas de este tipo de crímenes atroces no podemos dejarnos de lado a nosotras mismas, ya por demasiadas generaciones nos han impuesto siempre el sacrificio frente al bien común. Pero ya no queremos y no vamos a ceder más, ahora lo exigimos todo, exigimos justicia y reparación para las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, porque estos crímenes los cometieron contra ellas por el solo hecho de ser mujeres, pero también exigimos se respeten nuestros derechos, lo exigimos todo, queremos el combo de derechos completo.
Porque la lucha feminista requiere de todas nosotras y de exigir respeto en todos los espacios, y de dejar bien clarito que nuestra lucha individual, esa lucha para que se nos respete a cada una de nosotras también es importante ¿Si no damos esta lucha en el espacio que nos rodea, si no exigimos respeto para nosotras, con qué cara vamos a exigir respeto hacia otras mujeres? Si queremos sororidad tenemos que empezar primero por nuestro entorno más cercano, por hacer lo imposible para que nos respeten y nos traten en igualdad de condiciones, por darnos cuenta y denunciar un sistema que por todos los lados nos oprime en mayor o en menor medida, y frente a eso no nos podemos quedar calladas.
Por eso hoy exigimos algo tan revolucionario como la igualdad para todas, porque no nos es fácil, en todos los espacios, estar siempre luchando el doble por ser reconocidas, valoradas, hoy estamos en pie de lucha hermanas, por nosotras, por las que vienen, por las feministas tan valientes que nos abrieron la cancha y la pelearon para conseguir nuestros derechos, ¡hoy se lucha!